MenteFija

Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.

Así es el Ser "Humano"

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avispa Leyendo una de las páginas que frecuento deGerencia, me encuentro con un artículo muy interesante, donde narran un cuento de una avispa. A continuación les copio el cuento del artículo en cuestión.
Cierto día, al despuntar el alba, una joven y vigorosa avispa amarilla se dispuso, como era habitual, a salir en busca de una jugosa abeja, su presa favorita. Mientras afilaba sus mandíbulas y se acicalaba, sus compañeras la rodearon y comenzaron a cuchichear entre sí. Sentían gran admiración por ella, pues rara vez regresaba al panal con el estómago vacío, pero al mismo tiempo le temían, porque era jactanciosa, ruda y pendenciera.
Anda, compañera, ten un poco de consideración con nosotras y dinos cuál es tu secreto, le dijeron. Vamos, dinos qué deberíamos hacer para alimentarnos tan bien como tú… ¡Ciegas y tontas!, les gritó la ríspida y engreída. ¡Torpes e ingenuas! ¿Acaso no se han dado cuenta de que las abejas y nosotras, las avispas amarillas, somos casi idénticas? ¿Nunca han reparado en eso? Ya que tanto insisten, ese es el secreto, y claro —dijo frotándose las patas y exhibiendo una mueca burlesca— mi audacia y mi ingenio. Nunca temo acercármeles a tres o a cuatro abejas, y hasta a doce, si es del caso. He aprendido a volar como ellas, a saludar como ellas, a ser como ellas. Impregno mi lengua de néctares deliciosos y les digo: Ea, queridas amigas mías, síganme, síganme que allí donde yo voy abunda el alimento. Y las abejas me siguen, por supuesto, y las conduzco a un agujero, y las encierro, y las debilito, y luego mmmmm, banqueteo.
Ese es uno de mis trucos favoritos, y bueno, ya es suficiente por hoy, ¡invéntense los suyos y hasta luego! Entonces la avispa soltó una risotada maliciosa y emprendió el vuelo.
Al cabo de media hora, una ráfaga de viento la desvió bruscamente hacia la dura corteza de un árbol, chocó, cayó al suelo y perdió el conocimiento. Cuando despertó, observó que tres abejas revoloteaban alrededor de unas hermosas y fragantes flores amarillas. Intentó unírseles, pero tenía tres patas rotas y un tremendo mareo. Apenas pudo alzar la voz para llamar su atención. Amigas, amigas, aquí, aquí abajo, socórranme o me muero… Las abejas descendieron y comprobaron que la pobre moriría si no recibía auxilio. Entre las tres la sujetaron y la transportaron hasta el panal lo más pronto que pudieron.
Una vez allí, la avispa recibió todo tipo de atenciones y cuidados. Tendrás que permanecer no menos de tres semanas aquí, y luego podrás regresar a tu panal… Y a propósito, ¿tu panal está muy lejos?, le preguntaron sus benefactoras. Esteee, no, queridas, no, la verdad no está muy lejos. Queda cerca de la Colina del Arco Iris, allí donde cantan las cascadas y donde los peces plateados saltan y juegan todo el día. Los árboles son tan altos que les hacen cosquillas a las nubes y las hacen llorar de la risa, y… y…
Las tres abejas obreras se sentían orgullosas de su buena obra, hasta que un buen día un grupo de abejas adultas, muy mayores, se acercaron y les dijeron: Abejas bienhechoras, cuidado, no es una abeja en desgracia a la que cuidan, es una avispa solapada, artera y maliciosa. ¡Se equivocan, es abeja, es abeja!, respondieron en coro, indignadas. Es amable, cariñosa y nos cuenta mil cuentos; su lengua trae dulcísimas esencias que muy pronto probaremos. Advertidas están —replicaron las mayores; dejen que se cure y ya veremos.
Sanó la avispa y, en una espléndida mañana, dijo: Ustedes, mis tres auxiliadoras, y todas aquellas que quieran seguirme, vengan conmigo. Prometo pagarles los favores con dulzuras exquisitas, con flores por montones. Y así, tras la avispa, volaron sus tres amigas bienhechoras, y otras veinticuatro abejas, hambrientas, revoltosas y muy jóvenes…
Volaron un buen rato, y al fin, el premio. Una buganvilla muy crecida, hermosa y medio oculta, repleta de flores bermellonas, repleta de jugos exquisitos. Las felices y algarabiadas abejas no lo podían creer. La avispa amarilla recibió hurras y vivas, besos, abrazos y afectos. Y esto no es nada, mis queridas —les dijo; vamos, vamos ahora mismo a la gruta del Valle Nuevo. Tenemos que entrar por un agujero estrecho, pero más allá, ¡ahhhh!, ni se lo imaginan, la delicia de las delicias. Verán, son tantas y tan inmensas las flores que el néctar se derrama y forma un arroyuelo…
Y así, entre halagos y empalagos, las fue conduciendo hasta el agujero. Frotábase las patas en el aire, diciéndose una y otra vez en sus adentros: Si me vieran esas taradas, esas ingenuas compañeras mías… ¡Este sí que es todo un récord!
¡Llegamos, amigas, véanlo, allí está! Y cuando la última de las abejas había entrado al agujero, la avispa estalló en risas, revoló feliz, cargó una piedrecilla, y otra, y otra, y taponó el frío y musgoso acceso. ¡Son mías, mías todas! ¡Comeré y me saciaré, y hasta sobrados les dejaré a mis congéneres bobas!
De pronto, la avispa sintió zumbidos a su espalda. Tres abejonas corpulentas, ya mayores, cercaron a la insidiosa avispa y le dijeron: Hasta el último momento fuiste aprovechada. Pues despídete ahora mismo de tu suerte y de tu vida. Fuiste avispa a tu llegada, y serás avispa en tu partida.
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En el artículo su autor manifiesta preocupación por los valores que se están perdiendo en nuestra sociedad. Argumenta que la confianza ha sido casi eliminada de nuestras sociedades. El confiar en el otro, el ayudar al otro, se ha cambiado por un individualismo sin tregua y un «no preocuparse» por el otro. Eso de darle sentido al «servicio social» es cosa del pasado.
Todos los días uno observa, en el metro, en las micros reacondicionadas, en el almacén de la esquina (con rejas, por si acaso), en las relaciones laborales y un largo etc., que el preocuparse de sí mismo está primero, sin importarme lo que ocurra con el otro.

Yo, después de leer (una sola vez, porque no tuve más tiempo  🙂 ) el artículo, me doy cuenta que una sociedad sin Dios, está destinada al fracaso, al individualismo, a la desesperanza, a los abusos, a un cierre mental que impide ayudar al otro, a pensar en el otro, a empatizar con el otro. Las instituciones o grupos que deben ayudar a comprender la Palabra de Dios, las iglesias de todas las corrientes, centros de investigación bíblica (como los llaman ahora y también hace años) y otras tantos grupos ideológicos; la gran mayoría de ellos (por no decir todos) caen lamentablemente en la teorización de conceptos VIVOS, en discusiones interminables por cosas que realmente no tienen provecho (si Adán tuvo ombligo, si efectivamente o bajo que fundamento físico, Moisés abrió el mar rojo, etc.) Por tanto, las instituciones que deben enseñar a vivir bajo los fundamentos de Dios, caen en un círculo teórico y no práctico. No digo que lo teórico sea malo, todo lo contrario, es necesario estudiar y volver a estudiar los conceptos aprendidos, pero para que realmente la teoría sea efectiva en la vida diaria, debe ser tremendamente práctica, sino se convierte en letra muerta.

Para su información, les dejo el autor del cuento y un enlace, para que puedan ver el artículo completo.

Autor del Artículo:Juan Carlos Díez Posada
Enlace Artículo Completo:
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